ACOSO UNIVERSITARIO
La inocultable inspiración de la campaña
contra el Ministro de Educación.
Ha
terminado de tomar forma la campaña de acoso y derribo del ministro de
Educación (MINEDU), Jaime Saavedra. Lo que inicialmente fue la hostilidad
exclusiva del Apra ha evolucionado hasta convertirse en una operación de mayor
envergadura y a la que se ha sumado el fujimorismo, cuyos voceros han advertido
la posibilidad de que el titular del MINEDU sea interpelado y opcionalmente
censurado. El congresista oficialista Juan Sheput se ha sumado al operativo
cuestionando al ministro por una supuesta falta de comunicación, y acusándolo
de esconderse tras algunos amigos periodistas y formadores de opinión.
Los
argumentos formales para esta campaña son una supuesta desatención de Saavedra
a las actividades para garantizar la realización de los Juegos Panamericanos el
2019. Sin embargo, el problema de fondo es la posición del actual liderazgo del
MINEDU respecto a la Ley Universitaria, especialmente de la Superintendencia
Nacional de Educación Universitaria (SUNEDU).
Los
primeros cuestionamientos lanzados cuando el debate de la confianza al gabinete
en agosto pasado corrieron a cargo del Apra. En ese momento se criticaba el
papel del MINEDU en la acreditación de las universidades. Los cuestionamientos
estaban acompañados por voceros mediáticos aparentemente independientes pero
que operan por cuenta de algunas universidades privadas de manera que era fácil
advertir que los argumentos esgrimidos en el Congreso aparecían antes o después
en medios digitales con inocultable relación con algunos centros superiores de
estudios.
Son
ellas, algunas universidades cuyo activismo contra la Ley Universitaria es
visible, las que se encuentran detrás de esta operación. De hecho los
legisladores más incisivos son precisamente los que se opusieron a la
aprobación de esa norma, que marcharon junto a los cuestionados rectores de San
Marcos y Federico Villarreal, blindaron al millonario rector de la Universidad Inca
Garcilaso de la Vega cuando fue forzado a acudir al Congreso, y los que presentaron la llamada “ley Cotillo”.
No
es solo una coincidencia; una minuciosa revisión de declaraciones de las
últimas semanas indica que los legisladores que promueven en reserva la
formación de una alianza parlamentaria para modificar la Ley Universitaria
animan ahora el frente contra el MINEDU.
A
este frente se han sumado nuevos actores, los dueños de algunos colegios
privados y de institutos no universitarios interesados en impedir el
fortalecimiento de la supervisión pública del servicio educativo. La alerta fue
lanzada en agosto frente al proyecto de Reglamento de las Instituciones
Privadas de Educación Básica que elabora el sector.
Es
correcta la aseveración de que una persona no hace una institución. No obstante
ello, es importante que los equipos humanos en la gestión del Estado no sean
desarticulados especialmente si lideran cambios complejos. También es correcto
que los políticos sinceren sus intenciones y no se escondan en argumentos poco
sostenibles.
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