HISTORIAS
NUNCA CONTADAS: LOS SECRETOS DEL CONSEJO NACIONAL DE LA MAGISTRATURA
La
mayoría de peruanos desconoce que el Consejo
Nacional de la Magistratura (CNM) es uno de los organismos más poderosos del país. Su
función es la de nombrar, ratificar y destituir jueces y fiscales. Es como una
espada de Damocles, que está sobre la cabeza de todos los magistrados del país.
Se supone, por tanto, que los seis consejeros que la
integran deben ser personas intachables. Pero no todos los son. Hace poco, el
CNM suspendió la juramentación como consejero del psicólogo Alfredo Quispe
Pariona. El diario Perú 21 reveló un audio en donde Quispe se vanagloriaba de
haber cobrado millonarias ‘coimas’ a alumnos de una universidad particular,
para beneficiarlos con becas y recategorizaciones.
El de Quispe, sin embargo, no es el único caso que
compromete la idoneidad de algunos de los miembros de esa poderosa institución.
En febrero del 2010, en la Unidad de Investigación de El Comercio, destapamos
el caso del consejero Efraín Anaya Cárdenas, representante de los enfermeros.
Anaya citó a un postulante fuera de su despacho y se
ofreció a ayudarlo para nombrarlo fiscal supremo titular, a cambio de dinero.
El candidato era el fiscal supremo provisional Tomás Gálvez Villegas.
Los hechos ocurrieron como en una película. El postulante
Gálvez, quien en ese momento ocupaba uno de los primeros lugares en la
competencia, fue citado en el centro comercial Plaza San Miguel. Gálvez llegó
en su auto acompañado de una persona de apellido Delgado, quien era el ‘enlace’
para el encuentro con Anaya.
Ambos ingresaron a un restaurante. De repente sonó el
celular de Delgado. Se paró y se fue a contestar al baño. Cuando regresó, le
dijo a Gálvez: “El hombre ya llegó”. Salieron. Un auto los esperaba a unas
cuadras del lugar.
Allí estaba el consejero Efraín Anaya. Ya en el carro, Gálvez le preguntó sobre sus posibilidades de ganar el cupo de la Fiscalía suprema. Anaya le respondió que la competencia ya estaba decidida y que los candidatos ya tenían el puesto asegurado.
Gálvez insistió y le preguntó a Anaya si lo podía ayudar
con su voto. El consejero le dio esta respuesta alucinante: “Acá se elige a los
magistrados por su poder político o por su poder económico. ¿Cuál de los
poderes tiene? Creo que usted no tiene el primero, pero sí el segundo”.
Tomás Gálvez entendió que Anaya le estaba pidiendo
descaradamente una ‘coima’. Ni bien llegó a su despacho, lo denunció ante sus
superiores.
La publicación provocó un terremoto político. El pleno
del Congreso –la única instancia que puede destituir a un consejero del CNM-
investigó a Anaya y lo destituyó.
Otro caso fue el de la consejera Luz Guzmán Díaz, quien
falsificó firmas, incluso de fallecidos, para postular al CNM. Sus colegas
enfermeros la denunciaron, pero el Congreso la absolvió.
¿Cuántos Anaya y Guzmán más habrá en el CNM?
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