martes, 18 de abril de 2017

DIARIO UNO 10 DE MARZO 2017

RECTOR BAJO SOSPECHA POR MUERTE DE SU SECRETARIA


¿PATRICIA MORALES SABÍA DEMASIADO? Piden reabrir investigación. Afirman que fue asesinada a las pocas horas de haber dicho a su esposo por teléfono desde la universidad: “He visto algo horrible”. El último en verla viva fue guardaespaldas del mismo rector de la Garcilaso, Luis Cervantes Liñán.

La joven señora Patricia Morales, de 39 años, reina de un hogar feliz, era secretaria del cuestionado rector de la Universidad Nacional Inca Garcilaso de la Vega, sí, el que durante años ha ganado más de dos millones de soles mensuales, sueldo que él mismo se puso, quien acostumbra mediatizar a profesionales y autoridades otorgándoles puestos en su universidad o distinciones que van a los currículos. Una técnica de enrolamiento tipo “Odebrecht”, con la que se subsidia –como a los candidatos electorales– a quien más tarde se va a necesitar.

En vista de que en las investigaciones quedaron muchos ángulos sin iluminar y también diligencias sin realizar, el tío de la víctima, Juan Carlos Martínez Murillo, ha pedido la reapertura de las investigaciones, basándose precisamente en los vacíos existentes y ante el bloqueo sistemático que pretende recortar el derecho a la apelación y al análisis público de las determinaciones judiciales.

Han pasado 11 años desde el 28 de diciembre del 2006, precisamente el día en que ella iba a encontrarse con su esposo y contarle qué era aquello que la hizo decir: “He visto algo horrible”, y no tuvo tiempo para contarlo. Hoy su sangre sigue clamando justicia.


El martes 7 de marzo, la mesa de partes de la 34º Fiscalía Provincial en lo Penal de Lima recibió el recurso de reconsideración y reapertura de la investigación para el esclarecimiento de la muerte de Luisa Patricia Morales Martínez, secretaria de Luis Cervantes Liñán, rector de la Universidad Inca Garcilaso de la Vega, ocurrida en circunstancias misteriosas, aparentemente en un cuarto del hostal “Asahi”.

Lo presentó Juan Carlos Martínez, tío de la víctima, quien tiempo atrás había sido despedido de la misma universidad mediante confabulaciones con testigos chantajeados por los funcionarios del entorno del rector Luis Cervantes.

Facsímil del recurso presentado por Juan Carlos Martínez, tío de la víctima, para que se reabra la investigación y se ventilen mentiras y se iluminen ángulos oscuros.


INCONGRUENCIAS
El recurso menciona una serie de fallas y de diligencias no realizadas por la Policía y el Ministerio Público, pero antes de ello y por encima de todo quedan vigentes de lo actuado, realidades como las siguientes:

Las contradictorias declaraciones del rector Cervantes Liñán en las que negó relaciones cercanas con Patricia Morales y su familia, cuando hay declaraciones de testigos y fotografías familiares que echan por tierra las negativas del rector. No solo vivían ella y su familia muy cerca del rector sino que tenían una familiaridad marcada que muchos en la universidad conocían.
Las declaraciones absurdas del policía William Alfredo Mejía Vílchez, el último en ver con vida a Patricia Morales, con quien, a supuesto pedido de ella, irían a un hostal donde ella –solo ella– se drogaría con clorhidrato de cocaína e ingeriría wisky durante una hora para luego convulsionar y morir sin que el policía, pese a su experiencia de custodio, atine a pedir auxilio ni a nada.

Las evidencias de que la víctima no se drogó por su voluntad es otro elemento indiciario que no hubiera escapado a los criterios de un fiscal probo o de un juez digno, y de aquí se infiere claramente la comisión de un asesinato.

El protocolo de análisis toxicológico N° 200703000627 realizado al cadáver por el Instituto de Medicina Legal –en efecto– arroja 0% de alcohol, lo cual pulveriza lo manifestado por Mejía Vílchez. Y también confirma que había cocaína en la orina, sangre, hígado, cerebro y contenido gástrico pero no en las fosas nasales, por donde se aspira la mencionada droga. ¿Cómo llegó la cocaína a los órganos internos de Patricia?

INTOLERANCIA
Pero una cosa que merece una acción jurisdiccional del Ministerio Público es que nada de esto fue tomado en cuenta por el Dr. Richard Saavedra Luján de la 56ª Fiscalía Provincial Penal el 5 de diciembre del 2014 y el 5 de abril del 2016. Esto no es un insulto al magistrado sino una invocación a las autoridades superiores para que se pronuncien y pongan remedio a lo actuado.

Refieren algunos periodistas que este señor fiscal suele reaccionar hepáticamente cuando la prensa, haciendo uso de los derechos y normas vigentes, recusan o ponen reparos a las decisiones que él toma o respalda, y que de ninguna manera son omnímodas ni inapelables.

Así, el año pasado remitió a la revista VELAVERDE, después de que aquella se ocupara del tema que molesta al rector Luis Cervantes, una carta que transmite una amenaza velada, pues señalaba que lo hacía “a efectos de que tenga mayores elementos de juicio y no se deje llevar por declaraciones infundadas de terceros y publique información falsa y/o agraviante al honor y buena reputación de terceros”.

Y añadía: “Acompaño a la presente, copia certificada de las resoluciones emitidas por la Quincuagésimo Sexta Fiscalía Provincial Penal de Lima de fecha 5 de diciembre de 2014 y 5 de abril de 2016 que declara: NO HA LUGAR A ABRIR INVESTIGACIÓN PRELIMINAR contra los que resulten responsables por la presunta comisión del delito Contra la Vida, el Cuerpo, la Salud – Homicidio en agravio de Luis Patricia Morales Martínez, y CONSENTIDA la resolución que declara No ha Lugar a Abrir Investigación Preliminar, respectivamente”.

Y terminaba subrayando: “Por ello, mucho le agradeceré se sirva tomar en consideración los alcances de las referidas resoluciones, a fin de evitar posibles querellas por difamación agravada en mi agravio”. ¿Esto no significa “los enjuiciaré si cuestionan mis resoluciones”?.


Rector de la Universidad Inca Garcilaso de la Vega, Luis Cervantes, con Patricia Morales y los hijos de ésta, en una foto familiar. ¿Sólo la conocía laboralmente?

HACER JUSTICIA
Una de las causales para reabrir una investigación es que la primera haya sido deficiente al no haberse llevado a cabo las diligencias y actuaciones necesarias para el esclarecimiento de las causas de la muerte, “atendiendo a la evidente manipulación del escenario del cadáver acondicionado ex profeso”.

La primera versión habría tenido por objeto “hacer creer que falleció al interior de una habitación de hotel, cuando existen indicios suficientes para presumir que Luisa Patricia Morales Martínez fue conducida a dicho establecimiento cuando ya se encontraba cadáver al haber sido asesinada por sobredosis de clorhidrato de cocaína aplicado contra su voluntad, al no existir evidencias de consumo intranasal o intravenoso, pese a haberse encontrado en el lugar el alcaloide metil benzoil ecgonina (comúnmente conocido como cocaína, hallado también en cerebro, hígado y contenido gástrico) en sangre, orina y bilis”.

Señala que es imposible que en 40 o 50 minutos a partir del consumo oral de cocaína en agua o licor hubiese ocasionado convulsiones a causa de una sobredosis, debido a que, al ser una base débil, la absorción de la cocaína en el estómago demora y recién tiene efectos después de 60 a 90 minutos dependiendo de la pureza y cantidad de la droga.

Señala que la víctima tampoco diluyó droga en el wisky, toda vez que el policía William Alfredo Mejía Vílchez no mencionó esto en su primera minuciosa manifestación.

Y finalmente, el indicio concluyente: en el estómago y órganos de Patricia Morales no se encontró ningún vestigio de alcohol. Obviamente, señalar esto no es cuestionar a ninguna autoridad fiscal o judicial, sino solo el análisis de los elementos que el magistrado se supone tomó en cuenta para considerar que no ha lugar para abrir investigación preliminar contra quienes resulten responsables.

Debe señalarse igualmente que no se ha contado con las declaraciones de Doris Elizabeth Higa Inajuku ni de Luz Wendy Afan Tarazona, para que precisen si vieron el rostro de Patricia Morales, a qué hora pudo haberse producido y a qué hora se supo de su deceso.

Conducta errática que sería ilógica
Para el viudo José Meléndez, la conducta que la policía por declaraciones de Mejía Vílchez atribuye a su esposa resulta desconocida, extraña, y solo sería explicable pensando que en esas horas fue errática.

Ella habló con su esposo y acordaron ir de compras horas después, pero en la última conversación telefónica fue donde le dijo que había visto en la universidad “algo horrible”. Era claro que cuando se encontrasen le completaría el relato.

También es posible que alguien la haya escuchado decir eso. En tal situación, se habría convertido en un típico caso de “Sabía demasiado”.

Según la policía, que recoge la versión del custodio Mejía Vílchez, la secretario de Cervantes dejó de lado el acuerdo con su esposo y se fue hasta San Borja, en las inmediaciones del coliseo Amauta “a caminar”.

Según dicha versión, ella llevaba ya en su cartera una botella de wisky, dos bebidas gaseosas y dos vasos, y “de casualidad” se encontró con Mejía Vílchez, el policía que es custodio del rector Cervantes, quien vive precisamente en San Borja, y que en ese momento se dirigía a una zona entre Breña y Lima llevando ropa que le iba a lavar la mamá de un amigo.

En su manifestación, Mejía Vílchez afirmó que no tenía amistad con Patricia Morales y solo eran compañeros de trabajo, y que ella le pidió insistentemente ir a un hotel para conversar porque se sentía preocupada y mal por los problemas familiares y económicos por los que atravesaba. Dijo que ella bebió dos sorbos de licor y comenzó a convulsionar.

Cervantes negó su cercanía a la víctima
A los empleados de la Universidad Inca Garcilaso de la Vega les llamó la atención conocer las declaraciones del rector Luis Cervantes, quien afirmó que no tuvo cercanía con su secretaria Patricia Morales, y que no mantuvieron más relaciones que las laborales en ese claustro.
Sin embargo, todos recordaban que además de las coincidencias en las ceremonias internas de la universidad, tenían una cercanía casi familiar.

Señalan que esa distancia no era verdad. El mismo Juan Carlos Martínez, tío de ella, cuenta que su hermana, Patricia Vega, ha mantenido una larga relación con Cervantes, con quien incluso tiene dos hijos.

Para los demás empleados de la universidad, ella era una trabajadora de la máxima confianza del rector, de modo que era ilógico que declare a la policía que la conocía solo a través de las relaciones laborales, porque todos pensaban que eran familiares. Sobre todo, cuando hay numerosos testimonios gráficos de esa familiaridad, fotografías y videos tomados en múltiples oportunidades.

Incluso la fallecida y su esposo José Meléndez Rabanal e hijos vivieron en un minidepartamento situado dentro de la casa de su hermana. En esa casa, Cervantes departía con la familia frecuentemente. Y fue de allí de donde la llevó a trabajar como su secretaria.

En la universidad, ninguno de los antiguos empleados entiende cómo pudieron ocurrir los hechos que desembocaron en la muerte. Parece que la justicia tampoco.

Al custodio Mejía Vílchez le renovaron contrato en la Garcilaso, fue ascendido y le aumentaron el sueldo. Después renunció a la Policía. “Me contaron que tras el favor que le hizo a Cervantes, se le arregló la vida. Eso avivó mi búsqueda de justicia”, dice Juan Carlos Martínez.


1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola Lucho. Para que sepas, la UIGV recibió una visita de la SUNEDU a fines de noviembre del 2017 para licenciarse, no se sabe aun la respuesta, pero si hay manera de obstaculizarlo, habrá que buscarla. Volveré a entrar a ver los comentarios, si quieres decirme algo, hazlo por acá. Saludos.